martes, 30 de junio de 2009

ESPECIAL HONDURAS

HONDURAS HACIA LAS PROFUNDIDAS MAS DURAS
Jorge Luis Oviedo

En 1963, poco antes de cumplir 5 años, el 3 de octubre, en horas tempranas de la tarde irrumpieron, en dos camiones del ejército, medio centenar de soldados en la pequeña plaza de La Libertad Comayagua, mi pueblo natal, haciendo disparos con sus carabinas, cuyo plomo, los niños, recogimos después de las paredes de la iglesia católica, de la casa cural, de la casa de las monjas, de la alcaldía del municipio y de algunas casas vecinas, incluida la de mi padre, que hacía esquina con la pequeña plaza central de menos de una manzana.
Aquellas imágenes han vuelto a mi memoria, la única diferencia es que aquel día, junto con mi hermano mayor, jugábamos, en la acera de mi casa, de indios y vaqueros, con unas figuritas plásticas que salían en bolsas de diminutos confites (terrones de azúcar de colores) y que, impulsado por la curiosidad, abandonamos el sitio de juego, al escuchar las primeras descargas hechas a las paredes de los edificios ya mencionados, y corrimos a ver a los soldados de verdad, unos de los cuales nos gritó: “chitos”, váyanse de aquí”.
Segundos después viajábamos suspendidos, a veces rozando con la suela de nuestros zapatos, el empedrado de la calle: había sido mi madre que, instintivamente salió a ver y nos descubrió, a mi hermano y a mí, presenciando aquella escena que hoy ha vuelto a aparecer, cuando se reprimía a algunos miles de personas que se mantenía en las cercanías de Casa Presidencial quemando neumáticos o llantas como decimos en Honduras.
Los que hace unas pocas horas se quejaban de que en Honduras, si se hacía una encuesta de opinión para solicitar la instalación de una cuarta urna el día de las elecciones generales, previstas para el 29 de noviembre de este año, con el propósito de convocar a una Asamblea Constituyente que redacte una nueva Constitución Política para el país, han hecho en lo que va del golpe propinado en la madrugada del domingo 28 de junio, lo que vaticinaban se haría en los gobiernos que surgiesen bajo una nueva constitución: reprimir a la población, perseguir y desaparecer periodistas, cerrar canales de televisión u obligarlos a cambiar su programación y, por supuesto, intimidar a la población civil con su despliegue de fuerza bruta.
Aunque el país entrase en los próximos días a una situación de calma, ésta no será más que el producto del temor y la prudencia de la mayor parte de la población, pero no porque se acepte voluntariamente a las autoridades usurpadoras.
Desafortunadamente en Honduras los partidos políticos no son instituciones verdaderamente representativas de la sociedad, sino instrumentos al servicio de las élites de poder económico, quienes han venido manejando el país a su antojo desde hace unas cuatro décadas. Basta revisar los apellidos de los principales actores políticos del país, estos se repiten, como en las antiguas monarquías, solamente que no se colocan el primero, segundo, tercero, etc. ; hay cerca de una decena de casos en que el abuelo, hace cincuenta años, el padre, hace una década, o incluso hoy, y los hijos, en este momento, son los diputados, alcaldes de las principales corporaciones municipales o bien ministros, embajadores o gerentes de entidades autónomas; o en otras ocasiones integrantes de comisiones especiales para hacer arreglos que postergan los problemas.
Junto o detrás de estas familias, que parecen formar parte del inventario fiscal de la Nación, están unas 10 familias que controlan más del 80% de los medios de comunicación masiva (radio, televisión, periódicos), quienes han hecho del hondureño promedio el ser más desarraigada del planeta, al grado de haberle dado al patriotismo hondureño la forma de un balón de fútbol.
Esas mismas familias son las dueñas de las dos compañías de telefonía móvil que primero se los otorgó permiso de operación en el país, a través de concesiones muy particulares; son también las que le venden al Estado Hondureño más de 400 mega wat por hora a un precio mayor del que el Estado lo vende y con el que se subsidia, en la práctica, la energía eléctrica de las maquilas, cuyos parques industriales son propiedad de estas pocas familias.
Honduras fue en las décadas del 60 y el 70 una hacienda de los militares, hoy es un Estado secuestrado por unas pocas familias que tienen a su servicio 4 partidos políticos, las Fuerzas Armadas, varias iglesias evangélicas, la mayor parte de los obispos católicos, a quienes les ubican familiares en el servicio exterior en instituciones gubernamentales.
Estas mismas familias obligaron al Estado hace unos 20 años a cerrar sus laboratorios de producción de medicamentos genéricos básicos, para controlar ellos las copras de medicinas que hacen los gobiernos; también redujeron la capacidad de respuesta del Estado en materia vial para responder las emergencias de la época lluviosa, cuando el ex presidente Rafael Callejas regaló una importante cantidad de equipo pesado donado por Japón, con menos de tres años de uso, con el objeto de facilitar la dependencia gubernamental de las constructores privadas.
Esta estrategia ha resultado tan eficiente para las constructoras que, desde esa época, todos los gobiernos no logran mantener en buen estado la red vial, aunque el presupuesto que se les asigna lo gastan a mitad del año fiscal; sin embargo, las constructoras privadas gozan de gran prosperidad.
Estas familias son las dueñas de las principales empresas exportadoras, las que ahogan con sus precios de intermediación a los productores locales de ahí que se opongan a cualquier tipo de consulta popular que signifique la pérdida de sus privilegios que si bien no los declaran divinos utilizan a algunos obispos y a los pastores evangélicos más prósperos para avalar la protección de sus negocios y sus formas de control.
Han acusado a la izquierda internacional de conculcar las libertades públicas y las garantías individuales y lo primero que han hecho es cerrar canales de televisión, saquear equipos, cortar el fluido eléctrico a todos loas canales de radio y t.v. independiente y obligarlos finalmente a transmitir otra programación. Algunos en protesta han dejado la señal de los espacios informativos sin imagen y sin audio, luego retornan con su programación musical o deportiva.
La radio Globo, la principal cadena independiente y desde donde transmitía Eduardo Maldnado, de una a cuatro de la tarde su programa Hable como Habla (en forma simultánea por canal 66), fue cateada, sus operadores golpeados, lo mismo que algunos periodistas y se los ha obligado a transmitir autocensurándose, de modo que no se puede informar de la real situación del país, ni se permite el acceso de la población para hablar libremente (característica esencial de las dos emisiones de Hable Como Hable en t.v. 66 y radio Globo) y de la emisora en sus informativos.
Desde el golpe de Estado de el 3 de octubre de 1963 no experimentábamos los niveles de brutal represión en el país.
A la comunidad internacional pedimos que no permitan que el país caiga más profundo, que nos ayuden para evitar un inminente baño de sangre y una anarquía sin precdente.

jueves, 25 de junio de 2009

CANTO A HONDURAS

Alfonso Guillén Zelaya

Patria: yo me he sentido vagar en esos vientos
Que bajan de tus tierras cargando pensamientos
De sol. Como yo, nadie te vive y te concentra;
Habita en ti lo mío, lo tuyo en mi se encuentra.

Yo me he sentido ser sangre de tus venas,
Forraje de tus árboles, metal de tus arenas.
Amo tu sol candente, tus grandes aguaceros
Y el polvo trashumante que va por tus senderos.

Adoro tus espacios de cristal rumoroso,
Tu fragancia de selva y tu indio silencioso.
Me inquietaron tus mares, me atrajeron tus montes,
Por ellos he sufrido una sed de horizontes
Que jamás se ha apagado, ni que se apague espero.
Mares y montes, doble escala hacia el lucero
Y la sabiduría:
En sus aguas y cumbres hallan soberanía
El pensador y el rebelde, cuyas mentes y manos
Unirán a tus hijos y ahogarán tus tiranos.


La historia no se cansa y romperá los yugos
Que ha tu frente impusieron logreros y verdugos,
Al horror de las cárceles y las persecuciones,
Al de la incertidumbre y de los paredones,
Al de los pies descalzos y la vida sin techo,
Al de la sangre enferma y el pulmón deshecho;
Al dolor de quien vive cada esperanza en ruinas,
Ignorante, oprimido, sin pan ni medicinas,
Se interpondrá el impulso que aniquile tus penas
Y destroce los hierros de todas tus cadenas.

A la noche tremenda sucederá la aurora.
Minuto tras minuto, la fragua redentora
Implacable incinera
Al servilismo inmundo y a la ambición artera
de esbirros y entreguitas, de estultos y traidores .
En las cenizas muertas reventarán las flores
A tus campos vacíos regresarán las gentes
Y en exilios y cárceles solo habrá delincuentes
Contra tus inquietudes, contra tus desvelos,
Albergue más seguro que el techo de tus cielos
O el del cielo y sus chozas, tendrán tus campesinos.
Y ricos de salud. Dueños de su parcela,
Al paso de sus niños marchando hacia la escuela
Los llenará de fe el músculo y el pecho.
Creerán que Dios Existe, que nos es farsa el derecho
Y su abrazo y su amor. Hermanos de la tierra,
Nos darán la abundancia y alejarán la guerra.

Vendrá el mañana libre. Vendrá la democracia.
No por mandato extraño ni por divina gracia;
Vendrá porque el dolor ha de unirnos a todos
Para barrer miserias, opresores y lodos.
¡Vendrá la libertad! Sobre el pasado inerte
Veremos a la vida derrotando a la muerte.
Tendremos alegría, tendremos entusiasmo,
La actividad fecunda sucederá al marasmo,
Y en la extensión insomne de todos los caminos,
Se alzaran majestuosas tus cumbres y tus pinos.
Ese árbol es tu símbolo. El pino es tu bandera;
Se yergue en tu montaña, se yergue en tu ladera,
Se yergue en tu llanura, se yergue en tus alcores;
Tu sangre y tu heroísmo, tus sueños, tus amores.
Palpitan en la cálida sabia de tus pinares
Con el rumor profético de antiguos avatares
Como tu propio cuerpo altivo y desafiante,
Como la propia historia de tu opresión sangrante,
Lleva el pinar las huellas del odio y la metralla:
Tus pinares han sido un campo de batalla.



Allí yacen legiones de titanes heridos,
Y se quejan al viento sus ramajes caídos;
Al pinar no faltan bravuras ni soldados:
Pinares legendarios, pinares infinitos,
Ejercito de cimas que ofrece a los proscritos.

En su compacto bloque de fraterna arrogancia.
Una lección de lucha suspensa en la distancia.
¡Nobles pinos de Honduras, espejos de grandeza,
Perpetuo desafío de la naturaleza
Contra las dispersiones, contra las deslealtades,
Las derrotas, los crímenes y las adversidades!

El pino es horizonte. El pino es un ejemplo.
En nuestra vida tiene la majestad de un templo.
Pinares hondureños, pinares ancestrales,
Enhiestos, eminentes, sereno, inmortales;
Bandera de victoria contra las tiranías;
¡Vendrán los días de oro, Vendrán los nuevos días!


*Alfonso Guillen Zelaya nació en Juticalpa, Olancho en 1888-México 1947, sus poemas fueron recopilados con el nombre de Ansia Eterna 1960 y el Quinto Silencio 1972.